ASUNTO: Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos FECHA: 31-9-01
ALCALDIA Y CONCEJALIA DE MEDIO AMBIENTE
La entrada en vigor el 27 de julio de la nueva Ley del Suelo ha cambiado el panorama del urbanismo en la Comunidad de Madrid. A partir de esa fecha, cualquier ayuntamiento puede declarar como urbanizable todo aquel suelo que no esté estrictamente protegido.
Esto, que a más de un consistorio hará saltar de alegría, es en la práctica una amenaza atroz para el medio ambiente y el futuro bienestar de la mayor parte de nosotros. Baste decir que el planeamiento proyectado por el anterior alcalde habría pasado el filtro de la Consejería de Urbanismo. Y no solo eso: será posible realizar urbanizaciones allá donde los ayuntamientos estén dispuestos a permitirlo. Podremos asistir en los próximos años a la proliferación de promociones inmobiliarias en lugares que ahora mismo son parte de las señas de identidad de este pueblo: «Residencial El Navazo», «Urbanización Las Minas», «Mirador del Madroñal»… Basta echar un vistazo a alguno de los pueblos que nos rodea para hacernos una idea aproximada de lo que esto puede significar. Galapagar y Villalba son dos buenos ejemplos de términos municipales con un casco urbano caóticos y agobiantes (como comienza a ser el nuestro) y núcleos de población dispersos, que completan casi la totalidad de su superficie, creando tremendos problemas de infraestructuras, equipamientos y comunicaciones. Suele alegarse que ese crecimiento ha traído riqueza para el pueblo (para varias docenas de familias), pero bastaría con preguntar a los ciudadanos de esos pueblos si era eso lo que querían, y a los colmenarejanos si quieren algo parecido. Y no sirve con decir que en Colmenarejo las cosas serán distintas, que haremos amplias calles, con hermosas aceras, zonas verdes, abundantes aparcamientos para que los coches no interfieran en la vida de las personas… La realidad actual no es esa y la futura seguirá la misma línea, si no peor. Colmenarejo está siguiendo un modelo urbanístico que todos conocemos de sobra porque lo vemos a diario en Galapagar; un modelo abandonado hace años incluso en grandes poblaciones de nuestro entorno, como Madrid o Majadahonda, un modelo que solo responde a los intereses de unos pocos en perjuicio de la inmensa mayoría.
Y aún no hemos hablado de medio ambiente.
Entre todo lo que se podrá urbanizar, (es decir, en todo el suelo que no está protegido por alguna figura específica), hay multitud de espacios y lugares de gran valor paisajístico, histórico o natural. Y esos lugares, que las excavadoras podrán llevarse por delante sin demasiados problemas, conforman un patrimonio natural que han ido heredando las generaciones desde tiempos inmemoriales. Ese patrimonio natural es aún más importante que otros patrimonios que a ningún político se le ocurriría tocar. Imagina que llega un alcalde y decide derribar la iglesia y hacer una nueva. Su tropelía sería enérgicamente contestada por el pueblo, y por supuesto, su futuro en la política habría acabado. Una vez derribada la iglesia por este «cafre», el nuevo alcalde comenzaría de inmediato su reconstrucción, y en pocos meses tendríamos una iglesia que nadie podría distinguir de la anterior; incluso podría ser hasta más hermosa, con gran riqueza de imágenes y pinturas realizadas por los mejores maestros contemporáneos o compradas en subastas de arte antiguo. Es solo cuestión de dinero.
Pero ahora imagina que ese mismo alcalde decide hacer una urbanización en un hermoso prado, recorrido por un arroyo estacional que en primavera serpentea entre fresnos centenarios; un prado en el que croan las ranas, se alimentan lavanderas y currucas, y salen a cazar los gallipatos. Llegan las máquinas y arrancan los árboles, excavan las tierras y llenan todo de hormigón, ladrillo y asfalto. ¿Alguien podría volver a poner ahí los fresnos, los gallipatos, las currucas…? Ni todo el dinero del mundo sería capaz de restituir una fresneda centenaria. Ni los mejores jardineros, ni los más grandes biólogos, ni los más voluntariosos políticos serían capaces de recuperar ese espacio, irremediablemente dañado para siempre. Ni la más insignificante creación de la Naturaleza es capaz de ser recreada por el hombre; ni un simple pulgón somos capaces de fabricar. Y a pesar de eso, a pesar de nuestra incapacidad para imitar ni uno solo de los logros de la Naturaleza, seguimos sin dar ningún valor a los árboles y los animales y los paisajes y los ríos… Los arrancamos, contaminamos, urbanizamos.
Las pasadas elecciones mostraron muy claramente la preocupación de los ciudadanos de Colmenarejo por el medio ambiente; ¡muy claramente! Nuestros vecinos están enamorados de este pueblo porque tiene naturaleza y tranquilidad, porque pueden olvidar las aglomeraciones que nos rodean, el tráfico, el urbanismo invasor y masificado. Y vosotros no podéis volver la cabeza ante esa realidad, por fuertes que sean los intereses inmobiliarios y sus presiones, muchas veces camuflados bajo la apariencia de «todos tienen derecho a la vivienda» o «más trabajo para el pueblo».
Este comunicado de nuestra Junta Directiva es mucho más extenso de lo habitual. Y el motivo es intentar haceros ver el papel trascendental que podéis jugar en nuestras vidas. La legislatura no ha empezado nada bien por lo que concierne al medio ambiente. Pero no es el momento de críticas o reproches. Tenéis la oportunidad de dejar una huella imborrable en este pueblo, no en forma de casas, ni carreteras, ni tan siquiera centros cívicos o escuelas. Todas esas cosas, imprescindibles por otra parte, las puede hacer cualquiera, y de hecho los políticos profesionales son expertos en hacerlas; es casi lo único que saben hacer. Lo que podéis hacer vosotros es algo mucho más importante, algo que no cuesta dinero y no necesita financiación ni endeudamiento, sino voluntad, visión y coraje políticos: dejar sentadas las bases para que el Colmenarejo del siglo XXI siga siendo un lugar privilegiado dentro de la Comunidad de Madrid por su riqueza natural, biodiversidad y calidad de vida.
El procedimiento es muy sencillo: elaborar un Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos. Los ayuntamientos tienen potestad para proteger espacios dentro de sus municipios. La nueva Ley del Suelo lo establece en su Artículo 34, pero también lo permiten otras leyes. Es una potestad que aquellos ayuntamientos con sensibilidad ante el tema están ejerciendo. Podemos poneros unos cuantos ejemplos de municipios cercanos que lo han hecho. En Colmenarejo tenemos todo lo que hace falta: espacios que merecen una especial protección y personas capaces de demostrarlo científicamente. Sólo faltan políticos municipales dispuestos a ordenarlo. Y esos políticos debéis ser vosotros; para eso habéis sido elegidos; ese es el trabajo que esperamos de nuestra alcaldesa o de nuestro concejal de medio ambiente. Y si tenéis dudas, preguntad a la gente; haced encuestas, convocad asambleas, dejad que el pueblo se pronuncie.
Tenéis la oportunidad de hacer lago verdaderamente importante a largo plazo para este pueblo; y ese es un privilegio que está al alcance de muy pocas personas. No lo desaprovechéis.
Junta Directiva de Proyecto Verde de Colmenarejo
EFECTOS DE LA DENUNCIA O SOLICITUD
Sin respuesta de ningún tipo.