Las efímeras

Las efímeras, efémeras o cachipollas, son insectos totalmente inofensivos del orden efemerópteros. Su tamaño varía desde menos de 1 mm hasta 4 cm y presentan dos o tres “colas” características al final del abdómen. Otra peculiaridad de este grupo son sus alas, finas y delicadas, que siempre mantienen en posición vertical al cuerpo. Son incapaces de plegarlas y, en general, son poco funcionales, dejándose arrastrar, durante su corta vida de adultos, por el viento. Las alas posteriores siempre son menores que las anteriores y, en ocasiones, llegan incluso a desaparecer. Vuelan mal y no tienen colores llamativos, predominando el color pardo y el amarillo.

Tienen antenas cortas lo que las diferencia de otros insectos parecidos, como las frigáneas y las crisopas.
Pero sin duda los que mejor conocen a estos insectos no son los entomólogos aficionados, sino los pescadores de caña. En los catálogos de cebos artificiales a las efímeras se les llama “moscas de agua”, ya que pasan gran parte de su vida asociadas al agua y son parte importante de la dieta de muchos peces.

En algunos países europeos se les llama también “moscas de mayo” a pesar de que las podemos encontrar durante todo el verano acercándose a las luces de nuestros jardines.

Cuando llega el momento de la reproducción, los machos forman grandes grupos alrededor del agua y las hembras que se acercan, son sujetadas por los machos con sus patas anteriores, que son relativamente largas y frágiles y que utilizan casi exclusivamente para el apareamiento, que se lleva a cabo en el aire, y para sostenerse débilmente sobre la vegetación.
A cabo de una hora, las hembras inician la puesta de los huevos, de uno en uno o en grupos, dejándolos caer al agua o incluso descendiendo al agua para depositarlos.

Una vez acabada la reproducción las efímeras mueren, sirviendo de alimento a peces, golondrinas, murciélagos o libélulas.
La vida de los individuos adultos es muy corta y su nombre así lo indica (en griego ephemeros significa que vive un día). No se alimentan y su única finalidad es la de reproducirse con éxito. Algunos adultos de ciertas especies surgen al atardecer y mueren al amanecer, otros viven hasta una semana.

De los huevos surgen las larvas, denominadas ninfas, que se parecen mucho al estado adulto. Estas ninfas tienen hábitats preferentes según las especies, así, unas excavan galerías en el fango de las charcas, otras viven en la vegetación acuática y otras adheridas a las rocas del fondo del río. Son indicadores de la buena salud de las aguas, ya que viven en aguas dulces limpias.

Las ninfas pueden vivir hasta dos años mientras se desarrollan como adultos, son básicamente herbívoras, aunque algunas especies no desdeñan alimento animal. Respiran por branquias laminares que salen por los lados del abdomen. Pueden mudar hasta 25 veces hasta alcanzar el estado adulto.

La ninfa final previa al adulto, deja de comer, trepa por un tallo o nada hasta la superficie y se transforma en el adulto alado, conocido por los pescadores como “bayo”. Este individuo busca rápidamente un lugar donde descansar y en pocos minutos muda de nuevo y se convierte en el adulto definitivo.

Si tenemos la suerte de tener una charca en nuestro jardín podremos observar al completo el curioso ciclo de vida de estos insectos.

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