Medio ambiente. Los vertidos de fangos de la potabilizadora de Valmayor son conocidos desde hace al menos 4 años. El Canal de Isabel II niega que además de en el Aulencia, estos tóxicos se acumulen en el embalse del Pardo, en el Manzanares
ALFREDO MERINO
Hasta hace poco, este paraje estaba considerado como uno de los más hermosos de la región madrileña. Una masa de agua encajonada en un estrecho cauce fluvial, un río escondido y que apenas recibía visitas y unas orillas ocupadas por frondosas fresnedas y bosques de galería. La lámina de agua de la presa de Aulencia tiene hoy un aspecto aceitoso y se ve agitada por una miríada de burbujas que afloran del fondo. Como una extraña criatura, una pequeña isla de lodos renegridos ha aparecido en el centro de las aguas, mientras un fétido olor se ha adueñado de la vega, convirtiéndo este paraje paradisíaco, situado en el corazón del Parque Regional del Río Guadarrama, en la ciénaga del terror.
Este periódico informaba ayer de la causa de tan dramática transformación.El vertido de fangos tóxicos procedentes de las potabilizadoras de Valmayor y Santillana, dependientes del Canal de Isabel II, han merecido la apertura de sendos expedientes sancionadores por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT).
La presa de Aulencia, conocida como Presa Vieja, es un embalse en desuso construido en los años 30. Está aguas abajo del pantano de Valmayor, en zona de máxima protección del citado espacio natural.
Aunque el tema era conocido desde al menos hace cuatro años, no ha sido hasta que Ecologistas en Acción denunció al Canal de Isabel II a la CHT. «La presión de los vecinos, que estaban muy preocupados por estos lodos, nos pusieron en la pista e hicimos la denuncia el pasado noviembre», señala María de los Angeles Nieto, portavoz de Ecologistas.
Los conservacionistas señalan que los vertidos se vienen produciendo desde hace bastante. «Si no fuera así, no se habría colmatado la presa» explica Nieto.
Opinión con la que coincide la alcaldesa de Colmenarejo, María Isabel Peces Barba, quien asegura que «estos vertidos se están realizando desde hace tiempo, alarmándonos bastante». Hasta el punto que esta edil, junto con la alcaldesa de Valdemorillo, enviaron un escrito al presidente de la CHT, José María Macías Márquez, para exponerle su preocupación, solicitándole que procediese a tomar las medidas oportunas para evitar y minimizar el peligro existente. Hasta el momento, no han recibido ninguna contestación.
Según los ecologistas, los vertidos eran de sobra conocidos por los responsables del Canal de Isabel II. Algo en lo que les da la razón el testimonio de numerosos vecinos de Colmenarejo, quienes aseguran que la suelta de lodos se han solido efectuar durante la noche en los momentos en que se libera mayor cantidad de caudal «para que se diluyeran y pasasen más desapercibidos».
El caso es que Presa Vieja está colmatada de lodos altamente tóxicos, tal y como certifica un informe del Ministerio de Fomento.Diversas fuentes aseguran que no es el único embalse de la región contaminado por estos residuos. También presenta una elevada concentración de fangos el pantano del Pardo, situado en el Manzanares a menos de 10 kilómetros aguas arriba de la capital madrileña.
Desde el Canal han señalado que semejante acumulación de fangos es el resultado de vertidos de decenas de años, al tiempo que subrayaron su disposición a retirarlos.
El presidente del Canal de Isabel II y vicepresidente primero de la CAM, Ignacio González, aseguró que «su institución no ha recibido ninguna comunicación» de la CHT y señaló que en el embalse de Santillana, que vierte sus aguas al Manzanares por encima del embalse del Pardo, «ni se produce ni se ha producido ningún tipo de vertidos».
LODOS TOXICOS INTOLERABLEMENTE CERCANOS
Sangrado de hígado, parálisis, colapso del aparato excretor, graves trastornos en el aparato nervioso, ulceraciones, problemas pulmonares, trastornos cardiovasculares, anemia, cólicos intestinales….los males y enfermedades que produce en nuestra salud la exposición a metales pesados y sustancias tóxicas como las referidas abarca decenas de dolencias, entre las que no falta el cáncer, severos trastornos en el sistema inmunológico e incluso la muerte por envenenamiento. Es algo que certifican numerosos informes médicos y científicos.
Al margen de los evidentes perjuicios al medio natural, que en otros lugares han supuesto la desaparición de todo vestigio de vida en tramos fluviales de decenas de kilómetros, lo más preocupante de la presencia de estos lodos señalados por el informe del Ministerio de Fomento, con concentraciones muy superiores a las permitidas de metales peligrosos y muy peligrosos, azufre y compuestos derivados de los hidrocarburos, como alquil-bencenos, terpenos y ftalatos, es su probada amenaza para la población.
Retirar estos depósitos inertes es algo complicado y costoso, pero tal y como aseguran científicos y ecologistas, mucho peor es dejarlos allí, por su elevada capacidad de contaminación a un medio ambiente con alto grado de protección y, más grave aún, con un probado peligro para los madrileños.