Hay casos en los que la rentabilidad de adoptar actitudes de respeto para con el medio ambiente es inmediata, incluso a nivel individual y económico. Y una de ellas es la que proponemos, y que a su vez nace de una directiva europea de 1989. En este año, la Comisión Europea (algo así como el consejo de ministros de la Unión Europea) promulga una directiva instaurando el etiquetado energético. Consiste en una sencilla etiqueta que nos informa sobre una serie de datos relacionados con el consumo y la eficiencia energética de los electrodomésticos. Así, el consumo y el rendimiento se valoran con una letra, de la A a la G. Un electrodoméstico de la clase A es aquel cuyo consumo en función del rendimiento es óptimo. Por contra, otro de la clase G es un verdadero derrochador de energía.
El primer efecto es que a los pocos años de instaurar esta etiqueta, es difícil encontrar en el mercado electrodomésticos con la peor nota (clase G), al tiempo que los fabricantes dedican importantes esfuerzos a obtener el mayor rendimiento con el menor consumo. ¿En qué nos beneficia esto? Hay un beneficio directo, que es el ahorro en nuestra factura de luz, y otro indirecto, que es la reducción en emisiones de CO2, gas producido por la quema de combustibles fósiles —carbón, petróleo, gas— y responsable de buena parte del efecto invernadero causante de los cambios climáticos debidos al calentamiento de nuestro planeta. Nadie puede decir que resulta incómodo o sacrificado elegir una lavadora clase A en vez de una clase G. Y con ese sencillo gesto se está reduciendo la contaminación que produce la central eléctrica hasta en un 60%, mientras fabrica electricidad para esta lavadora.
Una familia que tenga todos sus electrodomésticos clase A estará pagando la mitad de consumo eléctrico que otra que los tenga de clase E. Como ven la cosa no es para tomársela a broma.
No es oro todo lo que reluce
Pero siempre hay “pegas”. En un estudio realizado recientemente por la OCU se analizó el rendimiento de varios electrodomésticos, comprobando que alguno tenía un rendimiento una letra por encima de la anunciada. Esto se debe a que en ocasiones hay cierto “margen” a la hora de determinar las condiciones de los tests realizados por los fabricantes. Pero estos casos son aislados y no invalidan las ventajas de la etiqueta energética.
Además del dato de eficiencia energética, común a todos los electrodomésticos, hay otros datos de enorme interés en esta etiqueta que dependen de cada producto. Datos sobre la eficacia de lavado (lavadoras y lavavajillas), ruido, capacidad de carga real, consumo de agua… son algunos de los que podemos encontrar en la etiqueta.
A la vista de estos datos, ¿quién puede negarse a echar una mano al medio ambiente?
Clase | Consumo | Consumo respecto a un aparato de clase A |
A
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menos del 55% | 100% |
B
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55-75% | 100-136% |
C
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75-90% | 136-163% |
D
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90-100% | 163-182% |
E
|
100-110% | 182-200% |
F
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110-125% | 200-227% |
G
|
más del 125% | más de 227% |