Las tijeretas son insectos alargados, pardos o rojizos brillantes, que miden entre 1 y 1,5 cm de longitud. Tienen las alas posteriores protegidas por las anteriores que se han transformado en unos élitros duros y córneos, característica que comparten con los escarabajos.
No obstante, algunas especies han perdido la capacidad de volar. Además presentan unos apéndices en la parte posterior del abdomen en forma de pinzas que nos permiten reconocerlas rápidamente. Están incluidas dentro de un orden pequeño, con una fauna escasa en Europa, ya que, en general, aguantan mal el frío. Hay dos especies, en cambio, que soportan condiciones climáticas adversas, por lo que están ampliamente extendidas; de éstas la más conocida es la tijereta común o Forficula auricularia.
La tijereta común es un insecto muy conocido por todos, alargado, con largas antenas y alas grandes y delgadas que raramente despliegan. Tal vez sean estas alas una de las características que pasan desapercibidas en estos animales, ya que prefieren desplazarse sobre el suelo antes que utilizar la locomoción aérea. Las pinzas que tienen en la parte posterior del abdomen son curvadas en los machos y casi rectas en las hembras y las utilizan como defensa, arqueando el cuerpo y amenazando al agresor como si fuesen un escorpión, aunque no tienen ningún tipo de veneno y sólo pueden pellizcar.
A pesar de ser inofensivas, la tijeretas dan miedo y son objeto de supersticiones tales como que buscan las orejas de los seres humanos para introducirse en ellas y perforar el tímpano. Nada más lejos de la realidad, aunque puede ser que algún excursionista se haya despertado de una siesta en el campo sobresaltado al sentir a una de ellas en la oreja ya que les gusta estar cobijadas mientras descansan.
Son insectos nocturnos y durante el día podemos encontrarlas en las casas, ocultas en rendijas; en el suelo, escondidas en grietas; en el jardín, bajo los tiestos y, en definitiva, en cualquier escondite oscuro.
Las tijeretas son fundamentalmente detritívoras, se alimentan de desechos orgánicos, lo que es muy útil para la formación del suelo. También forman parte de su dieta insectos vivos, hojas y pétalos tiernos.
Los insectos no suelen cuidar de sus crías pero las tijeretas son una excepción. Las hembras depositan entre 20 y 40 huevos que cuidan todo el invierno, hasta que en primavera, tras 5 ó 6 semanas de desarrollo, eclosionan. La madre cuida primero los huevos y luego las larvas hasta la segunda muda, momento en el que son capaces de defenderse por sí mismas y se emancipan, aunque con cierta frecuencia podemos observar grupos familiares.
Tras cuatro mudas, las jóvenes tijeretas se transforman en adultos, adquiriendo en otoño la madurez sexual. Tras el apareamiento y la puesta de huevos, pasan el invierno enterradas en el suelo.
Si les perdonamos, de vez en cuando, que se coman algun pétalo de un capullo, nos percataremos que no sólo no son perjudiciales sino que son beneficiosas para la buena salud de nuestros jardines.