Hace ahora 24 años, miembros de Proyecto Verde recogieron unas conchas en las arenas cenagosas del río Aulencia, junto al Puente Caído, al sur del municipio. Fue la última vez que se vieron vestigios del mejillón de río o náyade (Unio cf pictorum) en estas aguas. Probablemente, ya se había extinguido algunos años atrás.
El causante de esta extinción tiene nombre y apellidos: Canal de Isabel II. Los lodos tóxicos vertidos al río durante años por su potabilizadora acabaron por exterminar a este molusco, cuya vida transcurre parcial o totalmente enterrado.
No parece que esto le haya quitado el sueño a nadie: un molusco sin ningún interés comercial, incomestible y desagradable al paladar, y que se pasa la vida enterrado en el cieno… ¿qué interés puede tener?
El género Unio colonizó las aguas dulces del Planeta más de 200 millones de años. Y le han bastado poco más de 20 años a la empresa pública que “cuida el agua” para erradicarlo de Colmenarejo. Es un logro que debería figurar en sus memorias anuales.
Han desaparecido muchas más especies de nuestro río, pero este humilde molusco bivalvo puede ser un buen ejemplo de lo mucho que estamos perdiendo sin ni siquiera darnos cuenta. Es una especie muy longeva, capaz de vivir hasta 30 años (el animal conocido más longevo es también una almeja –Arctica islándica– con 400 años certificados, que se puede encontrar en la ría de Vigo); es dioico (como nosotros, con machos y hembras) y su presencia indica que el medio acuático es saludable.
Su nombre vulgar –náyade- nos remonta a la mitología griega: las Náyades eran las ninfas del agua dulce, sus divinidades protectoras. Pero frente a la insensatez y la ignorancia no hay divinidad que valga.
Algún día entenderemos por qué todas las criaturas que habitan este planeta deben ser consideradas como “uno de los nuestros”. De momento, ese día parece muy lejano y quizá cuando llegue (si llega) ya sea demasiado tarde.
Descansa en paz, mejillón del Aulencia.
Proyecto Verde Colmenarejo