Dentro del grupo de los reptiles, algunos de los más conocidos y menos temidos, son los galápagos.
Los galápagos se diferencian bien de las tortugas terrestres que encontramos en la península Ibérica, ya que tienen hábitos muy diferentes; las tortugas son huidizas, en tanto que los galápagos son más confiados y no es muy difícil encontrarlos sobre una piedra próxima al agua, tomando el sol. También se diferencian en que los galápagos tienen el caparazón aplanado, mientras que las tortugas lo tienen claramente abombado.
Las dos especies de galápagos que se encuentran en nuestras latitudes son el galápago europeo (Emys orbicularis) y el galápago leproso (Mauremys caspica). Las diferencias entre ambos a simple vista son casi inapreciables. El galápago leproso tiene un caparazón ligeramente menor que el del europeo, aunque generalmente, no supera en ninguna de las dos especies los 20 cm. Además, presenta una coloración más clara y unas líneas amarillentas en el cuello que los diferencian de sus parientes. No obstante, la coloración en esta especie varía con la edad, ya que los jóvenes son pardos con las bandas anaranjadas en el cuello.
El nombre común de galápago leproso proviene del aspecto ruinoso que presenta, en ocasiones, su caparazón, ya que con cierta frecuencia, se instalan en él algas, lo que con el tiempo, provoca unas descamaciones desagradables, de ahí el calificativo. Esta infección puede llegar a provocar el desprendimiento de las placas córneas que forman el caparazón de estos reptiles.
Esta especie se encuentra en ríos, lagunas y zonas salobres, tolerando aguas relativamente contaminadas, alimentándose de insectos, anfibios, peces y plantas. Aunque su dieta es básicamente carnívora, en ocasiones no desdeña el alimentarse de alguna carroña.
Entre sus depredadores se encuentran algunas rapaces y sobre todo, garzas y cigueñas.
La época reproductiva se inicia a finales de la primavera, y la puesta se realiza entre junio y julio. La fecundación es interna y se lleva a cabo tanto en tierra como en agua. La hembra construye un nido de unos 6 cm de diámetro y 10 cm de profundidad y en él deposita de 5 a 9 huevos. Transcuridos treinta días, nacen las crías, con un caparazón de unos 2 cm y 4 gramos de peso. Los machos alcanzan su madurez sexual trancurridos 7 años, mientras que las hembras pueden ser fértiles a los 7 u 8 años.
El galapago leproso suele invernar de noviembre a febrero, aunque en inviernos cálidos puede permanecer activo.
Puede resultar tentador el mantener a este reptil como animal doméstico, especialmente porque no son animales agresivos, son tranquilos y sobreviven durante largo tiempo en condiciones bastante pobres. Pero a menos que reproduzcamos exactamente su medio natural, estamos condenando a estos seres a una vida miserable, nada comparable a su vida en estado salvaje. Los galápagos “domesticados” se convierten en animales moribundos que nada tienen que ver con el galápago que observa alerta una posible presa, en una piedra de un río. Para nosotros, esta escena es todavía fácil de contemplar, en el río Aulencia a su paso por Colmenarejo.
Observar la naturaleza y los animales que viven en estado salvaje puede resultar mucho más divertido y menos costoso que mantenerlos en cautividad en nuestras casas.