En el invierno de 2001-2002, la Comunidad de Madrid nos cedió 150 cajas-nido para aves insectívoras sobre la base de varios programas que estábamos desarrollando. Pensamos que sería interesante hacer una experiencia de instalación de estas cajas en jardines particulares, fuera del entorno natural habitual que se utiliza en estas ocasiones. Para ello solicitamos la colaboración de los niños de ambos colegios —Seis de Diciembre y Las Veredas—, y obtuvimos una docena de voluntarios.
La experiencia está pendiente de evaluación, pero en una prueba piloto realizada en un jardín de 1.000 metros con dos cajas instaladas, los resultados han sido excelentes. En una caja instalada en un seto de arizónica ha salido adelante una puesta con seis verdecillos. Y en la otra caja, instalada en un árbol seco (un lugar aparentemente poco adecuado) ha habido una primera puesta de carbonero y una segunda de gorrión molinero. En el mismo jardín, y en un nido situado en una pared cubierta por hiedra, se han realizado ¡tres puestas de mirlo! por parte de la misma pareja.
Estos resultados ponen de manifiesto la importancia que estos ecosistemas urbanos tienen para el desarrollo de las pequeñas aves.