Vacas cuerdas, ¿hombres locos?

El conjunto de encefalopatías que están provocando una de las mayores reacciones de pánico entre los consumidores, superior incluso al generado por el aceite de colza desnaturalizado, son enfermedades de origen similar que afectan a especies distintas, y alguna de las cuales se conoce desde hace mucho tiempo.

El escrapie o “tembladera de la oveja”, es una dolencia conocida desde muy antiguo, y afecta principalmente al ganado lanar. En el hombre se conoce, también desde hace bastante tiempo, una enfermedad muy poco frecuente denominada enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), con un largo período de latencia, que sólo afecta a personas mayores de 45 años. Esta enfermedad parece ser la misma que afectaba de manera endémica a ciertas poblaciones caníbales del Pacífico. Se constató que la enfermedad sólo la contraían las mujeres debido a que eran las únicas que consumían los sesos —infectados— de sus víctimas. Esta enfermedad sólo desapareció entre las poblaciones indígenas cuando abandonaron las prácticas de canibaslismo.
A mediados de los 80, en el Reino Unido, aparece entre el ganado bovino una enfermedad desconocida hasta entonces, pero con unas características anatomo-patológicas muy similares a la tembladera de la oveja y la ECJ. La denominan “encefalopatía espongiforme bovina” (EEB), porque al igual que las otras, produce unas lesiones cavernosas en el cerebro de las reses afectadas, que al microscopio presentan el aspecto de una esponja, y afectan a la cabaña de ganado bovino (toros y vacas).
El 20 de marzo de 1996, más de diez años después de la aparición en Inglaterra de la EEB, los científicos anuncian una posible relación entre la ECJ y la EEB. La negligencia criminal de las autoridades británicas en todo este asunto, reconocida oficialmente hace poco por el gobierno de Tony Blair, cuya política fue la de silenciar en lo posible todo el asunto para no alarmar a la población y a los mercados, trajo consigo —entre otras graves consecuencias— que no se empleasen los medios suficientes para investigar, de ahí la tardanza en encontrar esta relación entre la EEB y la ECJ.
Sin embargo, la variante humana de esta enfermedad, conocida como “nueva variante de la ECJ (nvECJ), no es exactamente igual a la ECJ tradicional. La diferencia más llamativa es que ésta variante afecta a personas de cualquier edad.
En todo este asunto, no existen evidencias científicas de casi nada, pero todo apunta a que estas enfermedades están relacionadas, situando a la tembladera de la oveja en el origen del problema.

¿QUÉ CAUSA LA ENFERMEDAD?
El agente causante de esta extraña enfermedad es un no menos peculiar agente infeccioso: el prion. No es un vírus ni una bacteria ni un hongo ni un parásito, causantes de la inmensa mayoría de enfermedades infecciosas. El prion es una proteína capaz de penetrar en las células nerviosas, destruyéndolas. Su período de latencia (aquel durante el cual el agente ya ha penetrado en el organismo pero aún no provoca síntomas) es de varios años. Pero lo que le hace verdaderamente peligroso es que es casi indestructible. Una especie de “alien” para el que no sirven ninguno de los desinfectantes al uso y que sólo se puede eliminar incinerándolo a una temperatura superior a 850ºC aplicada durante dos segundos. Es posible dejarlo “inactivo” mediante transformación a 133ºC durante 20 minutos y a 3 atmósferas de presión. La harina resultante se incinera a continuación en cementeras, centrales eléctricas o incineradoras, o se deposita en vertederos adecuados.

¿ES CONTAGIOSO EL “MAL DE LAS VACAS LOCAS”?
Cada especie posee un mecanismo genético que impide que agentes patógenos específicos de otras especies puedan infectarlas. Gracias a ello, la inmensa mayoría de enfermedades no son transmisibles de una especie a otra. Pero hay excepciones. En el caso que nos ocupa, el contagio entre ovejas, vacas y seres humanos sólo parece posible en individuos con una predisposición especial.
Se calcula que en Inglaterra se destinaron al consumo humano 675.000 vacas infectadas con la EEB entre 1981 y 1988. Los casos oficiales de contagio a personas fueron de 80, aunque algunas estimaciones los elevan a varios miles, ya que hasta bien entrada la década no fue obligatorio comunicar los fallecimientos por esta enfermedad. Esto quiere decir que las probabilidades de contraer la enfermedad vía consumo de vacuno son remotas. Pero las probabilidades de contagio dentro de la misma especie —hombre/hombre o vaca/vaca— es muy alto (recordemos a los caníbales).
En el caso de las personas, se sospecha que individuos infectados han podido ser donantes de sangre. De hecho, varios países ya han prohibido las donaciones a personas que hayan residido en el Reino Unido. ¿Por qué? Una vez que el prion procedente de una vaca ha modificado su naturaleza para ser capaz de infectar a un ser humano, ha atravesado la “barrera de la especie” y podrá infectar con gran facilidad a cualquier individuo de la misma especie. Por tanto, los priones de las personas infectadas son a su vez muy infecciosos para el resto de personas. Durante años —e incluso ahora— muchos forenses se han negado a realizar autopsias a personas sospechosas de haber fallecido por la ECJ o la nvECJ. Éste es el aspecto más preocupante de la vertiente sanitaria de la EEB. Los otros dos aspectos importantes son los económicos y los medioambientales.
Para inquietarnos un poco más, pensemos en las placentas humanas destinadas a la fabricación de cosméticos; o en el instrumental quirúrgico utilizado en operaciones a personas infectadas. En teoría son vías de contagio directo.

¿CÓMO HEMOS LLEGADO A ESTA SITUACIÓN?
Se señala a los piensos como los responsables de extender la EEB por toda la cabaña bovina europea. El modelo de alimentación utilizado en las explotaciones intensivas de ganado (la mayor parte) lleva años siendo denunciado por ecologistas y organizaciones de consumidores. Es un modelo que solo y exclusivamente beneficia a las grandes explotaciones y a los fabricantes de piensos. Los animales destinados al consumo se crían en pequeños espacios para evitar su movilidad, alimentándose de piensos fabricados con los despojos de sus propios congéneres, que salen más baratos que la hierba y forraje que son su modo natural de alimentación. Esto provoca graves deficiencias en su salud, que se compensa con la adición permanente de antibióticos. Añadamos unas buenas dosis de hormonas para acelerar el engorde y, ¡voilá!: carne “apta” para el consumo humano. Evidentemente no se trata de carne de buena calidad, ni siquiera de aceptable calidad. Su precio tampoco es mucho menor que el de una res criada de manera natural. Pero permite a las grandes explotaciones producir miles de toneladas de carne al año, y a los productores de piensos adquirir a bajo precio todo “eso” que ni siquiera pensábamos que se pudiera comer (ojos, amigdalas, médula espinal, bazo…). En conjunto, miles de millones de pesetas de beneficio. Los pequeños ganaderos no pueden competir con estos precios y aplican las mismas recetas: piensos cárnicos, antibióticos, hormonas…
Desde hace muchos años se utilizan las reses muertas y los despojos de mataderos para hacer harinas cárnicas, que posteriormente se usan para fabricar piensos. Estos piensos a base de carne se han estado usando indiscriminadamente para alimentar a hervíboros, algo tan disparatado como dar a nuestros hijos hierba para comer. Los científicos suponen que en algún momento de esta cadena, ovejas enfermas de escrapie pasaron a formar parte de los piensos. Una o más vacas predispuestas genéticamente pudieron adquirir la enfermedad y desarrollar la EEB. Como el resto, sus despojos pasaron a los piensos que, a su vez, fueron consumidos por otras vacas, que adquirieron la infección de manera inmediata al haber rebasado el prion la barrera de la especie. Y así hasta nuestros días.

¿QUÉ MEDIDAS HAN ADOPTADO LAS AUTORIDADES?
La actuación de las autoridades políticas en todo este asunto es un rosario de despropósitos, donde se lleva el primer premio el gobierno británico de John Major, que acalló oficialmente el asunto mediante una campaña reconocida de desprestigio sistemático a aquellas personas o instituciones que alertaban de una posible conexión entre la EEB y la ECJ. Pero los demás no se quedan a la zaga. A pesar de la epidemia desatada en Gran Bretaña en los 80, a pesar del sacrificio muchas de vacas inglesas, a pesar de los 80 fallecidos por la nvECJ, y a pesar de las voces científicas que alertaban sobre la relación piensos-vacas-enfermedad humana, hasta 1996 no se prohíbe a los ingleses exportar productos de ganado bovino. Es entonces cuando el gobierno inglés, ante los perjuicios económicos que se avecinan, decide tomarse el asunto en serio y sacrifica cuatro millones de vacas en dos años. Pero la EEB ya estaba exportada a toda Europa, a través de piensos y de animales vivos también exportados. Pero los controles fallan, y en 1997 se detecta un fraude masivo en el cumplimiento de las restricciones, a pesar de lo cual el 16 de marzo de 1998 se levanta parcialmente el embargo, y el 1 de agosto de 1999 de manera total para la carne deshuesada de animales con menos de tres años.
A lo largo de esos años, el resto de países mantuvo una tibia política, propia de aquel que se cree a salvo de la epidemia, no sabemos muy bien por qué, ya que tanto piensos como vacas vivas contaminadas habían sido exportadas a medio mundo.
El Comité Científico Veterinario de la Unión Europea había declarado en 1996 que el riesgo en el resto de países no era nulo, y recomendaba que los MER (materiales específicos de riesgo, que entonces eran los sesos, la médula y los ojos en bovinos, ovinos y caprinos de más de 12 meses, además de el bazo de ovinos y caprinos) fuera retirado de la cadena alimentaria de personas y animales. En base a estas recomendaciones, la Comisión Europea prohíbe el 1 de enero de 1997 la importación de productos derivados de estos tejidos o que contengan los mismos y procedan de terceros países. Por distinto motivos, esta prohibición no entra en vigor hasta el 1 de enero del 2000.
La falta de decisión y coraje político con que han actuado los unos y los otros, ha empeorado una situación ya de por sí muy difícil. El resto de la historia nos es más familiar.

¿QUÉ PODEMOS COMER?
Los llamados materiales específicos de riesgo (MER) son aquellos particularmente ricos en tejido nervioso, lugar donde se ha detectado el prion en cantidades significativas o existe riesgo de contaminarse con él. Estos materiales (amigdalas, sesos, ojos, médula, espinazo…) ya han sido retirados de la cadena alimentaria, destruyéndose mediante los métodos antes apuntados. También se está procediendo al sacrificio de todas las reses enfermas o sospechosas de estarlo, y se ha prohibido la utilización de harinas animales en la alimentación de rumiantes. De manera empírica, se ha observado que los animales jóvenes no enferman, por lo que también se están retirando del mercado animales a partir de una edad determinada, edad que se ha reducido varias veces en pocas semanas.
¿Estas medidas garantizan que no vamos a contraer la enfermedad? La respuesta es que no. Hay muchas más sombras que luces en todo esto, y se ignora muchísimo más de lo que se sabe. De entrada, también las ovejas y cabras son tratadas de manera similar a las vacas, aunque no se han relacionado sus encefalopatías con la ECJ. Para complicar más las cosas, existen casos de contagio difíciles de explicar con la teoría oficial: vegetarianos que padecen la enfermedad, terneras afectadas que no han consumido nunca piensos… Son excepciones, pero dan que pensar. Sea como fuere, hay que recordar que el mayor peligro no procede de las vacas infectadas sino de los tejidos humanos infectados. Contraer la enfermedad vía cadena alimentaria es extraordinariamente difícil. Se ha dicho muchas veces: es más fácil morir en un accidente de aviación o en la bañera de casa.
Eliminar la carne de nuestra dieta no garantiza gran cosa. Hace poco se podía comer chuletón y hoy no se puede. ¿Quién nos asegura que mañana no será un material de riesgo la leche o el solomillo? Sería preciso eliminar cualquier alimento de origen animal, algo impensable y desproporcionado en relación al riesgo que se corre. Probablemente se crearían más problemas de los que se tratarían de evitar.

¿QUÉ VA A PASAR EN EL FUTURO?
El desarrollo de test en animales vivos dará un respiro al maltrecho productor, que todo hay que decirlo, tampoco es el más inocente de esta historia. La retirada de las harinas carnicas para la alimentación de animales de consumo humano debería ser definitiva. Las autoridades dicen tenerlo todo controlado, pero desgraciadamente no es así. Recientemente se ha detectado que el 20% de la carne que llega a los puntos de venta en España sigue procediendo de vacas alimentadas con harinas animales. Y nuevos brotes de enfermedades infecto-contagiosas amenazan con volvernos a todos vegetarianos por obligación.

CAMBIAR EL MODELO, SOLUCIÓN PARA CASI TODOS
La única solución definitiva para los consumidores es volver a un modelo de producción racional. Lo que los demagogos denominan “volver a las cavernas” no es más que alimentar al ganado con forraje y a los pollos con grano. Es permitir que los animales destinados al consumo humano tengan una vida corta o larga, pero digna. Que puedan hacer ejercicio, alimentar a sus crías, corretear por los prados, hacer en definitiva una vida saludable. En la actualidad la ganadería en los países industrializados es una ganadería enferma y sobrevive gracias a la constante medicación. No podemos creer que si su vida es un infierno, su carne va a ser el paraíso. Vivimos en uno de los países más ricos del planeta, y podemos permitirnos pagar un poco más a cambio de la seguridad de alimentarnos de manera saludable. Máxime si tenemos en cuenta que en España se produce mucha más carne de la que se consume.

Y AHORA, LA FIEBRE AFTOSA
El último sobresalto nos llega, una vez más, de Inglaterra. Se trata de la fiebre aftosa, una enfermedad extremadamente contagiosa que afecta a los animales de pezuña hendida, como bovinos, porcinos, ovinos y cebras. Se caracteriza por unas llagas o aftas, que se localizan en boca y hocico. Está producida por un virus, y no tiene relación alguna de contagio con afecciones por aftas en el hombre (las típicas llagas de la boca). Aunque no afecta en absoluto al hombre, es muy contagiosa para estos grupos de animales.
La respuesta de las autoridades (las que han dado respuesta) ha sido inmovilizar a toda la cabaña ganadera, ya que un animal contagiado, o los neumáticos de un vehículo que haya pisado excrementos infectados, o incluso las suelas de los zapatos, son capaces de extender la enfermedad de un país a otro. De ahí que se haya prohibido cualquier concentración o traslado de animales… excepto para espectáculos taurinos (?). En España aún no hemos tenido ningún caso, pero será milagroso librarse. Las consecuencias para el sector ganadero en su conjunto pueden ser devastadoras.

¿QUÉ ES PROYECTO VERDE?
Proyecto Verde de Colmenarejo es una asociación ciudadana sin ánimo de lucro, debidamente inscrita en el Registro de Asociaciones, y cuyos objetivos se pueden resumir en dos: defender y potenciar el patrimonio medio ambiental de Colmenarejo y promover la información y educación ambiental entre sus ciudadanos, y muy especialmente los niños. Nacimos hace año y medio como respuesta a una inquietud latente en muchos de nosotros: el temor de que la idílica situación de que gozamos en cuanto a medio natural y calidad de vida se viera amenazada por la fiebre urbanizadora que ya a hecho enfermar de muerte al medio ambiente de la mayoría de pueblos vecinos.
Desde el primer momento, nuestra asociación quiso dejar claras dos cosas. En primer lugar, su voluntad inequívoca de mantenerse al margen de la legítima contienda política. Y en segundo lugar, su deseo de prestar la máxima colaboración a los poderes públicos —sea cual sea su filiación política— para lograr los fines citados con anterioridad, que consideramos prioritarios. En esta línea, hay que resaltar la notable línea de colaboración emprendida con la Comunidad Autónoma, línea que se mantendrá en tanto siga dando frutos.
En este año y medio hemos desarrollado una intensa actividad pública (maratones, conferencias, salidas al campo…) y una no menos importante aunque más silenciosa labor de denuncia y “estímulo” ante la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento.