El método. El primer gran defecto de esta encuesta es la metodología y la selección de muestras. En la reunión en que se debatió este asunto, quedó claro que una muestra de 150 o 200 encuestados, elegidos aleatoriamente según las franjas de edad (dato conocido en el padrón) tendría una fiabilidad superior al 99%, más que suficiente. El ayuntamiento proponía respetar estas franjas poblacionales, pero realizar la encuesta en la calle. Nosotros indicamos que eso provocaría la invalidación de la encuesta, ya que se partía de una circunstancia no aleatoria, como es el pasear por tal o cual calle. Nuestra propuesta era la siguiente: se toma la pirámide de población de Colmenarejo. Siguiendo ese mismo porcentaje de bandas de edad, se seleccionan aleatoriamente 150 o 200 personas sobre el padrón. Y a esas personas se les hace la encuesta bien en su domicilio o por teléfono. Así se logra esa fiabilidad de la que hemos hablado.
La opción del ayuntamiento ha sido posiblemente la peor posible. Las encuestas se realizaron en la calle, en el entorno de la plaza, un fin de semana. Y lo peor es que encima se anunció el lugar y la hora exactos. Así, aquellos que tuvieran interés en ser preguntados es fácil que lo consiguieran. No se tiene en cuenta la pirámide poblacional, porque el encuestador no conoce la edad del encuestado cuando le aborda. Se sesga la muestra al elegir personas que frecuentan ese entorno los fines de semana, y para colmo, se anuncia el día y el lugar. La nula cualificación técnica de esta encuesta es evidente. Lo que esta encuesta recoja serán las opiniones de aquellos ciudadanos muy interesados en que se les pregunte, más aquellos que suelen pasear por la plaza los días festivos, más los católicos practicantes que salen de misa de 12, ¿por qué no?
La parte buena de todo esto es que, aunque estuviera técnicamente bien hecha, dicha encuesta no va a servir para nada relativo a la Agenda 21. Eso esperamos.
Las preguntas. Si erróneo es el método, las preguntas tampoco tienen desperdicio. En primer lugar no se incluye el consabido no sabe/no contesta, a pesar de que lo indicamos como imprescindible en nuestra propuesta. Así, se obliga al ciudadano a pronunciarse sobre todos los aspectos preguntados, aunque no tenga opinión o lo desconozca. Un alto porcentaje contesta cualquier cosa, ante el temor de que dejar la casilla vacía invalide el conjunto de la encuesta, o pueda dar la sensación al entrevistador de ser un ignorante. Son hechos perfectamente conocidos por la ciencia demoscópica que parecen no tener aplicación en Colmenarejo.
Pero no queda todo ahí. En una enorme batería de preguntas en las que el ciudadano tiene que opinar de cosas que ni nosotros —que conocemos bastante bien Colmenarejo— somos capaces de pronunciarnos, se le da a elegir entre Muy bueno, bueno, regular, aceptable, malo y muy malo. ¡Caramba! Que sepamos (nosotros y el diccionario), aceptable es mejor que regular, y no peor como aparece en la encuesta.
Nos preguntan cosas que no vienen al caso o que no se pueden responder. ¿Que opinamos del río? Pues depende de qué tramo del río me hablen ustedes. ¿Y del arroyo y humedales? Pues cosas distintas; porque el arroyo no es uno sino varios: La Peralera es una cloaca, pero el Valbellido es utilizado por barbos para desovar, luego son cosas muy distintas. Y de los humedales, ¡que le voy a decir! La charca del Navazo, con su plástico negro, o las charcas de Los Escoriales, con poblaciones de anfibios entre las mejores del Parque Regional. Y casi todo así.
El objetivo. Se dijo claramente por parte del ayuntamiento, que el objetivo de la encuesta era conocer la percepción del ciudadano sobre la realidad de su pueblo, rechazando nuestra propuesta de hacer una encuesta más adelante para sabér qué pueblo quiere la gente. Pues bien, al final se han mezclado ambos conceptos, en un galimatías completo. Junto a preguntas del tipo ¿cómo valoras la industria? se ponen otras preguntando cuantos habitantes quieres que tenga Colmenarejo dentro de 10 años, o si debe haber o no polígono industrial en su actual ubicación. Esta mezcla de objetivos nos induce a pensar que no existe intención de hacer una consulta en condiciones para dibujar el modelo futuro de pueblo; nos hace temer que al final la Agenda 21 sea una cosa que nos “guisemos” entre unos pocos, de espaldas al ciudadano.
Los resultados. Cuando se publican las conclusiones de esta encuesta, los resultados no nos sorprenden, aunque sí la manera en algunos casos tan evidente de presentar datos erroneos o tergiversados. No merece la pena analizar unos resultados que no pueden ser fiables dado el método empleado. Solo comentaremos dos casos, porque ponen de manifiesto hasta qué punto está mal hecha la encuesta y porque hacen sospechar que ha entrado en funcionamiento “la cocina” a la hora de presentarlos.
Según esta encuesta, el 48% de los ciudadanos de Colmenarejo tienen estudios universitarios. ¡Qué más quisiéramos tener tan elevado nivel de educación! Los últimos datos publicados por el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid y basados no en encuestas sino en censos, dan la cifra del 18%, lejos del municipio con mayor tasa de universitarios de toda la Comunidad, Boadilla, con un 26%. El 48% es un dato que evidencia no solo lo deficiente de la encuesta sino de su verificación posterior.
Más preocupante es la manipulación de algunas afirmaciones, no sabemos si intencionada o casual. En la pregunta sobre el nivel de responsabilidad de diferentes sectores en la protección del medio ambiente, es el ayuntamiento el que obtiene una clara ventaja respecto a todos los demás como responsable de velar por su conservación. Estos datos, presentados en forma de cuadros estadísticos, mantienen escalas diferentes de manera que la respuesta mayoritaria —ayuntamiento— no lo parezca, y en las conclusiones, incluso se da la vuelta al resultado y se afirma que la encuesta revela que son los ciudadanos los que se consideran como principales responsables en la defensa del medio ambiente.