Un paseo por las estrellas

Colmenarejo, sábado 3 de agosto.

¿En medio del verano, qué mejor plan para un sábado por la noche, que una escapadita para observar el cielo en el campo? Para los enamorados del aprendizaje continuo sobre Naturaleza, en buena compañía y buen humor, desde luego que…ninguno 😊

Es lo que hicimos el pasado sábado, un buen puñado de amigos de Proyecto Verde. La intención era invitar a (al menos) un experto en astronomía, pero todos nuestros intentos fueron en balde: en estas fechas, todos estaban ya disfrutando de sus merecidas vacaciones. Pero no nos desanimamos y tiramos adelante con nuestra iniciativa, confiando en nuestro querido Carlos González-Amezúa, que es una fuente inagotable de conocimientos e historias verídicas, refranes y experiencias para compartir. Incluso recuerdos que al más común de los mortales se nos han esfumado. Y entre todos, esto es lo que hicimos: observar, escuchar, descubrir, tumbarnos en medio del tomillo y de la mejorana, reírnos y pasar un buen rato a pesar de todo…

Allí estuvimos, cerquita de la Universidad Carlos III, en el sitio favorito de los botellones, al pie de una torre de alta tensión, con contaminación lumínica por todos los lados, sin experto. Los planetas tampoco se alineaban…tan solo las luces de los satélites de Elon Musk y otros cientos…hasta que Gonzalo Núñez-Lagos sacó su telescopio y esperó a que Saturno, el planeta de los brillantes anillos, segundo más grande del sistema solar después de Júpiter, decidió levantarse del halo luminoso que formaba la silueta de la Capital.

Mientras Saturno se hacía esperar, Carlos nos contó la historia de un médico astrónomo aragonés, que vivió en Colmenarejo y descubrió un cometa sin jamás haber sido reconocido por ello. Se llamaba Doctor Arturo Bernard Acín, nacido en 1884, médico de formación, astrónomo de afición, que estudió Náutica en Barcelona, fue miembro de la Sociedad Astronómica Francesa desde 1906. En 1919 fue Médico Titular de Colmenarejo, cuando entonces éramos unos 420 habitantes. El pueblo sin duda fue elegido por Don Arturo para poder observar las estrellas. Desde su terraza, tan solo armado de un telescopio de 50 milímetros, la noche del 12 de octubre de 1923, mientras observaba estrellas en la constelación del Unicornio, vio un objeto luminoso que se desplazaba lentamente hacia el Sur y que solo podía ser un cometa. Colmenarejo no tenía teléfono así que decidió esperar al día siguiente para ir a Galapagar a llamar al Observatorio Astronómico de Madrid, el cuál quiso comprobar el descubrimiento, pero la nubosidad lo impidió. Mientras tanto, don Arturo escribió a los observatorios de Lyon y de París, pero las cartas llegaron unos cuántos días más tarde y cuando París comunicó a Copenhague el descubrimiento, ya había sido registrado por un ruso, Dimitri Ivanovich Dubiago, que lo había visto dos días más tarde. Por desgracia, el cometa pasó a llamarse C/1923T1 Dubiago-Bernard en vez de la inversa. Murió en Madrid el 1 de marzo de 1935 a la edad de 51 años, sin gloria. En 1926 hubo una petición por parte de un escritor y director del Diario de Huesca de hacerle un homenaje a Don Arturo, junto a otros dos aragoneses meritorios, pero la petición no fructiferó a pesar del reconocimiento que sí le dieron en San Francisco en el año 1924 junto a Dubiago, por la Sociedad Astronómica del Pacífico, el de otros astrónomos famosos en su época como fue Mario Roso de Luna, o José Comas y Solá, director de la Sociedad Española de Astronomía para España y América, pero también por los vecinos de Colmenarejo, que bien conocían su extenso conocimiento del Universo, de la Literatura, de Música, y de muchos otros campos. ¡Un gran personaje, ilustre pero afable y afectuoso, que bien merece tener una de las calles de Colmenarejo con su nombre!

Casa de Arturo Bernard Acín

Y mientras escuchábamos a Carlos contarnos la historia, vimos unas cuántas estrellas fugaces, formulamos algunos deseos para el Medioambiente de nuestra querida Sierra Oeste, y algunos de nosotros nos quedamos esperando a Saturno…que surgió de repente, tan brillante, con sus anillas casi a la vertical, en el lente del telescopio de Gonzalo.

Con un grito de alegría buscamos al resto del grupo que se había alejado para escuchar otras historias de Carlos en medio del bosque de encinas, y compartimos la visión del espléndido planeta, antes de volvernos para casa a dormir, con un pensamiento de cariño y admiración por Don Arturo, y por todas las estrellas, planetas y cometas que forman nuestra galaxia, incluida nuestra bella tierra que siempre queremos verde y azul.

Coralie

Fuentes:

https://espacioseuropeos.com/2018/03/doctor-arturo-bernard-acin-ii/

https://espacioseuropeos.com/2018/02/doctor-arturo-bernard-acin-medico-astronomo-colmenarejo/