Compost. Cómo fabricar abono para el jardín

Buena parte de los restos vegetales y de cocina que desechamos, pueden convertirse en el mejor abono para nuestro jardín mediante un procedimiento muy sencillo y fácil de realizar. Es lo que se llama fabricar compost, y vamos a explicar cómo se hace.

Introducción

Nos van a ayudar Delia y Carlitos, dos ecologistas de nueva generación.
El principio en que se fundamenta está inventado y patentado por la Naturaleza. Se basa en la descomposición aeróbica de materias vegetales producida por bacterias, acelerada en mayor o menor medida por la acción de determinados gusanos, especialmente Eisenia foetida y lombriz de tierra (Lumbricus terrestris).

Este proceso se produce de manera natural en los bosques, en donde prácticamente el 100% de los nutrientes que alimentan a los árboles, provienen de la descomposición de sus propias hojas, ramas secas, frutos, etc.

Para poder simular las condiciones de un bosque templado en nuestro jardín, necesitamos algunas cosas. La primera es un recipiente en el que ir echando los restos vegetales. Venden recipientes adecuados a este uso, pero nosotros recomendamos hacer uno. Es muy fácil.

Fabricar el depósito de compost

En un lugar apartado del jardín, que no reciba mucho sol, dibujamos un cuadrado de un metro de lado y clavamos en cada esquina unos hierros como los que se usan en la construcción (llamados redondos). Los podemos comprar en cualquier almacén de ferralla (en el polígono P-29 de Villalba, por ejemplo). Les pediremos que tengan una sección de unos 15 mm y una longitud de metro y medio o dos metros, y se clavan muy bien con una maza.

Ni que decir tiene, que el suelo debe ser la propia tierra y no estar solado, ya que necesitamos que nuestro depósito sea capaz de eliminar el exceso de agua de lluvia.
Una vez clavados a una profundidad suficiente para que se mantengan firmes, colocamos una tela metálica fina alrededor (o malla de plástico) de la misma altura que lo que sobresalen los hierros. No es necesario que sea demasiado fino el entramado, igual o menor a 2 cm.

Ya está fabricado el depósito de compost.

Qué más necesitamos

Si tenemos mucho seto, y árboles y arbustos, puede ser muy rentable y cómodo, adquirir una biotrituradora. Una eléctrica será suficiente. Pero no compre una demasiado pequeña, porque son casi de juguete. La que van a manejar Delia y Carlitos, es de la marca Viking, y es muy buena, capaz de triturar como si nada troncos de hasta 3 cm. de diámetro. Modelos menores también valen.

Y lo más importante de todo, material vegetal procedente de podas, corte de césped… y algunos desechos domésticos (luego veremos cuáles). Para obtener los restos de jardín, lo habitual es disponer de cortasetos, tijeras de podar, cortacésped… y en ocasiones desbrozadora.

Menos el césped, todo lo demás lo pasaremos por la biotrituradora. Si no la tenemos, eliminaremos los troncos de más de 1 cm. y usaremos el cortacésped para desmenuzar más los restos de poda. Podemos echar en el suelo las hojas secas, ramas del seto, poda de los rosales… y pasar el cortacésped un par de veces sobre ellos. Y si no tenemos cortacésped, pues tendremos que desmenuzar a mano estos materiales. No es preciso que el producto resultante esté muy triturado; en absoluto. Aquella fracción que no termine de descomponerse, se volverá a añadir al depósito de compost. De manera que no nos preocupe demasiado que haya algún trozo grueso.

Manos a la obra

Un buen compost se logra mezclando restos de muchas procedencias. Sólo césped o sólo arizónica, no dan buena calidad y el resultado es un compost desequilibrado. En el caso del césped, incluso es peligroso usarlo como material exclusivo, sin alternar con otros, porque produce mucho calor y puede llegar a inflamarse el depósito espontáneamente. Lo ideal es alternar capas de 3 o 4 cm de césped, restos de poda triturados y restos de cocina. Si tenemos a mano, es bueno colocar de cuando en cuando una capa de 1 cm de arena. Si usamos mucha cantidad de hojarasca, conviene añadir un poco de cal, para compensar el exceso de ácido tánico que libera en su descomposición.

Los restos domésticos que podemos —y debemos— usar son el cartón sin imprimir, los posos de café y té, verduras, mondas de patata, cáscaras de huevo… No se pueden utilizar restos ricos en proteínas (carnes, pescados, legumbres) ni cenizas ni aceites. Solo los indicados.

Iremos depositando en nuestro recipiente capas de distintos materiales. A una capa de césped, seguirá otra de hojas o ramas.

No es necesario llenar el depósito de una vez, sino que iremos añadiendo a medida que vayamos produciendo. Veremos cómo los materiales se irán comprimiendo de forma natural, por lo que en ese metro cúbico aproximado que tiene nuestro depósito van a caber casi cinco veces más de materiales triturados, que equivaldrán a unos 20 o 30 metros cúbicos de materia vegetal original, que es bastante.

 

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