El misterioso mundo de los anfibios

El pasado día 21 de abril de 2001, Proyecto Verde organizó una charla sobre el tema de los anfibios, en la Residencia de Estudiantes de la Universidad Carlos III, campus de Colmenarejo. El motivo: dar a conocer este grupo faunístico sobre el que han recaído todos los bulos y disparates imaginables. La conferencia, amenizada con diapositivas, corrió a cargo de Roberto Pérez Moro, bien conocido de todos los que siguen las actividades de la asociación. Asistieron alrededor de 60 personas.

Entre las cosas que merece la pena reseñar en este medio, sobre la biología y ecología de estos animales, están los grandes beneficios que produce al ser humano al tener como fuente principal de alimento larvas e individuos adultos de moscas y mosquitos, y la total ausencia de efectos dañinos, como los proclamados por la tradición popular de emponzoñar las aguas, escupir veneno, y otras aún peores. Todos los anfibios poseen una piel con substancias tóxicas, que en contacto con mucosas muy sensibles —como las de los ojos— pueden producir irritación. Pero eso es todo. Las excreciones con que muchos sapos nos obsequian cuando les cogemos no producen en nuestra piel, ni en las aguas de los pilones ni de los ríos el menor efecto.

Los anfibios, son un antiquísimo grupo de animales que logró independizarse del medio acuático que le vio nacer, pero sin alcanzar la autonomía de otros viejos grupos, como los reptiles. Ranas, sapos y tritones siguen necesitando el agua cada año para reproducirse y pasar de la fase larvaria a la de adulto. Son los conocidos renacuajos e individuos jóvenes de todas estas especies, que por fortuna aún podemos ver en nuestras charcas. Pasada esta fase, casi todos desaparecen sin dejar rastro, y sin que los propios expertos sepan —como en el caso del misterioso “gallipato”— a dónde van y qué hacen. Tan solo las ranas permanecen claramente visibles y audibles a lo largo de todo el verano.
Después de la charla y antes de acercarnos a unas charcas cercanas a comprobar “in situ” que todo lo que nos había dicho Roberto es cierto, estuvimos departiendo agradablemente en la cafetería de la Residencia mientras degustábamos un ligero “tentempié”.

Ya en las charcas, a las que acudimos unas cuarenta personas, grandes y pequeños pudieron deleitarse viendo de cerca al gallipato, a la rana común y al tritón jaspeado. Estas charcas, muy cercanas a la Universidad y aledañas a la urbanización Los Escoriales, constituyen un ecosistema de enorme interés para los anfibios. Han sido visitadas y prospectadas por expertos de la Consejería de Medio Ambiente, de Adena y del Museo de Ciencias Naturales. De momento se han podido observar poblaciones muy importantes de tritón jaspeado, gallipato, sapo de espuelas, sapo corredor, y la presencia habitual de rana común y sapo común. Un número de especies verdaderamente extraordinario para unas charcas estacionales, que se secan en verano, y para las que no se ha tomado aún ninguna medida eficaz de protección. Aprovechamos esta ocasión para instar a nuestro ayuntamiento —que se ha comprometido a mantenerlas— a que adopte alguna medida que impida el paso de vehículos, ya que se trata de una zona muy utilizada para lavar coches y practicar el motociclismo.

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