Algunas personas piensan que la defensa y protección del medio ambiente es algo que sólo se puede llevar a cabo eficazmente desde las altas instancias administrativas, de manera que los pequeños esfuerzos individuales no sirven para nada. Pero no es verdad.
En ecología hay una máxima que reza: “piensa globalmente y actúa localmente”, o lo que es lo mismo: ante un gran problema que afecta al planeta, comienza por actuar en tu entorno inmediato”. Pondremos un ejemplo. Si los consumidores de los países ricos evitásemos comprar artículos de madera no amparada bajo el sello FSC, las maderas procedentes de explotaciones descontroladas e insostenibles de los países tropicales no tendrían salida y estas empresas se verían en la obligación de adoptar pautas de explotación sostenible.
Los ciudadanos tenemos la tentación de pensar que somos muy poca cosa frente al omnímodo poder económico y político, que es quien en realidad decide cómo han de ser las cosas. Pero la verdad es otra. Nuestro poder es mucho mayor que el de todas las grandes multinacionales juntas, por la sencilla razón de que tanto el poder político como el económico está supeditado a nuestra voluntad. El problema es que se trata de una voluntad fragmentada en millones de pequeños trozos, casi tantos como ciudadanos. Pero, como dice el refrán: “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”.
Fáciles de engañar y difíciles de convencer
A los consumidores se nos camela con harta facilidad. Eso lo saben muy bien los expertos en marketing y algunos políticos. Y es que somos proclives a escuchar sólo lo que queremos oír, y en temas medio ambientales no nos gustan nada los mensajes alarmistas, de manera que estamos ansiosos de que alguien nos diga que no hay problemas con el cambio climático o que el crecimiento urbanístico se hace bajo un perfecto control político. En el fondo sospechamos que no es así, pero no sabemos qué podemos hacer y pensamos que lo que hagamos será como la gota de agua en el océano.
¿Qué podemos hacer?
Las personas que viven en una vivienda unifamiliar tienen la posibilidad de tomar decisiones que inciden de manera sustancial en el medio ambiente. Vamos a agruparlas en medidas relativas a la compra o construcción de la vivienda, medidas relacionadas con el consumo y la vida diaria y medidas que afectan al jardín. Las más complejas son las que afectan a la compra o construcción, por cuanto implican unos conocimientos que no son fáciles de adquirir. Y en el caso de un chalet ya construido, la dificultad es aún mayor por cuanto no nos es posible, en la mayoría de los casos, tener acceso al proyecto para conocer los materiales con que está ejecutado.
Ante la compra o construcción
Orientación. Es el primer aspecto a tener en cuenta y uno de los que más va a incidir en el gasto energético tanto de iluminación como de calefacción o refrigeración. La orientación ideal es aquella que sitúa a las habitaciones de estar y dormitorios al sur o al este. Se aprovecha la luz y calor solar en invierno, quedando bastante protegidos en verano. Al norte solo debemos dejar pasillos, recibidores, garajes, cuartos de invitados… y en caso de necesidad baños y cocina. La orientación oeste es agradable en invierno pero terriblemente calurosa en verano. Una casa bien orientada es capaz de ahorrar más de un 30% en consumo energético respecto a una que no lo esté.
Materiales. Deberán ser lo más naturales posible. Natural hace referencia a su proceso de fabricación. Un material natural es aquel cuya materia prima se utiliza sin transformación o con la mínima transformación. Son materiales naturales la cerámica (barro cocido), la madera en masa, el corcho, las fibras vegetales o animales, la piedra… Otros materiales tienen niveles de elaboración más complejos, lo que significa mayor consumo de energía en su fabricación (y, por lo tanto, de contaminación para producir esa energía), pero no son nocivos para el medio y se reciclan bastante bien: vidrio, aislantes a base de fibra de vidrio o lana de roca, pinturas acrílicas, algunos prefabricados de madera, aglomerantes tipo yeso o cemento, metales no contaminantes, algunos plásticos (como el polietileno o el polipropileno, entre otros), prefabricados de hormigón…
Otros, además de representar su fabricación un considerable gasto energético, utilizan substancias nocivas o su eliminación plantea graves problemas: son los derivados del amianto (fibrocemento), los plásticos que usan cloro en su fabricación (PVC), los metales pesados (plomo, mercurio, cadmio…), los disolventes orgánicos presentes en muchos barnices y pinturas, los aislamientos plásticos y de espumas proyectadas, etc. Este último grupo es el único del que podemos prescindir en la práctica constructiva.
En muchísimos casos resulta muy difícil determinar la verdadera composición de muchos materiales con un alto nivel de elaboración. Es el caso, por ejemplo, de los laminados, que utilizan en su composición varias capas de materiales muy diversos, como el papel, fibra de madera, plásticos, resinas…
Aislamientos. Consideramos en esta partida tanto al material que aisla los muros como a las ventanas y puertas exteriores. Aunque están marcados por ley, su calidad es muy variable y en muchos casos dejan mucho que desear. En vivienda ya construida no es posible averiguar el tipo y colocación del aislamiento en muros, pero al menos es posible saber si hay cámara, lo cual ya es algo (las paredes perimetrales del chalet deben sonar a hueco al golpearlas). Si taladramos una de estas paredes podremos saber cuál es el aislante. si hay acceso a la cubierta deberemos inspeccionarla y ver que sistemas de aislamiento se han previsto. Si es habitable, una visita en un día soleado entre mayo y octubre nos dará una pista: si el techo está caliente… malo.
Las ventanas participan activamente en el aislamiento de una casa. PVC y madera son las que mejor aislan. Hierro y aluminio, las que peor. La rotura de puente térmico suele ser más un argumento comercial que una mejora apreciable. La cámara de aire entre vidrios es de enorme importancia. Se formulan mediante tres cifras (4-6-4 o 6-12-6, por ejemplo). La cifra media es el ancho de la cámara de aire en milímetros, y las otras, el grosor del cristal. La cámara incide mucho más que el grosor del cristal en el aislamiento. Lo ideal son 12 milímetros mínimos, aunque normalmente se instalan cristales 4-6-4.
Elección de la fuente energética. Hoy día es injustificable que las viviendas unifamiliares no se doten, por ley, de un sistema de producción de agua caliente complementado con energía solar. Se amortiza en poquísimos años, es fiable, eficaz, barato, cómodo… Incluso la calefacción por suelo radiante se puede alimentar en un alto porcentaje por esta fuente inagotable de energía.
Por lo demás, la llegada del gas canalizado a casi todos los rincones de la geografía, hará que en pocos años el gas sustituya al gasóleo como fuente preferente de calefactar las viviendas unifamiliares. Es una energía bastante limpia, sobre todo si la comparamos con las otras no renovables.
Una adecuada conciencia ecológica pasa por el consumo razonable de electricidad. Sistemas de ahorro muy eficaces son las bombillas de bajo consumo, los fluorescentes, los electrodomésticos térmicos… Pero lo que más incide en el recibo de la luz, es la adecuada elección de los medios utilizados para cocinar, calentar agua y calefactar el edificio. Si somos fans de la vitrocerámica, un modelo de gas es igual de cómodo pero consume muchísimo menos (alimentada por butano, por ejemplo, utiliza una media de 4 botellas al año para una familia de 4 personas).
La calefacción eléctrica consume bastante. De todos los métodos, el que mejor rendimiento tiene es la bomba de calor, aunque los acumuladores por tarifa nocturna pueden gastar menos. Pero no olvidemos que, aunque nosotros paguemos menos por el consumo en tarifa nocturna, el coste ecológico de esa energía es el mismo en todos los casos.
En cuanto a la producción de agua caliente sanitaria, los métodos de acumulación son más rentables que los de producción instantánea.
Una acertada combinación de aislamientos, ventanas y vidriería, y producción de calefacción y agua caliente, puede dividir hasta por tres el consumo energético de un hogar.
Actuaciones en nuestra vida diaria
Residuos. Hay que aplicar la regla de la triple R: reducir, reutilizar y reciclar. Reducir los envases, eligiendo productos a granel o poco envasados. Muchas veces pagamos más por el envase que por el producto que contiene. Reutilizar las bolsas de plástico, las botellas, las pilas (recargables) y todo aquello que sea susceptible de dos o más usos; hay que desterrar la política despilfarradora e insolidaria de “usar y tirar”. Y reciclar todo aquello que ya no nos es útil, depositándolo en el contenedor adecuado o en un “punto limpio”. De esta manera evitamos que pase a formar parte de los millones y millones de metros cúbicos de vertidos que cada año destrozan un poco más nuestro planeta.
Productos de limpieza. Usamos muchos más de los que verdaderamente se necesitan. Con agua, jabón, vinagre y excepcionalmente lejía, se limpia y desinfecta perfectamente un hogar. Todo lo demás es superfluo y en el fondo no contribuye en nada a hacer nuestra vida más placentera. Betún para los zapatos, limpiametales y poco más completan la lista.
Agua. Es un bien limitado que hay que cuidar. Disponiendo de jardín, el mayor consumo se irá en el riego. Debemos, pues, elegir plantas que requieran poca agua (las autóctonas), evitar las grandes praderas y elegir céspedes adecuados para el clima español. Instalar riego automático ahorra mucha agua, y si es a base de goteos y microaspersores, más. En casa, las medidas de ahorro son de sobra conocidas por todos.
Gestión de la energía. Toda vivienda necesita utilizar una o varias fuentes de energía para que sus moradores dispongan de un nivel de confort adecuado. La energía eléctrica está presente en todas y su uso va desde solamente la iluminación y algunos electrodomésticos hasta una vivienda completamente electrificada, en la que la electricidad es la única fuente energética. Tradicionalmente se ha dicho que la electricidad es la energía más limpia, pero esto no es cierto, ya que depende de su procedencia. Si ésta es hidroeléctrica, estaremos ante una energía 100% limpia, pero si su procedencia es térmica se tratará de uno de los procesos industriales que más daño causan al medio ambiente. Y en España, además, el uso obligado de carbones nacionales de baja calidad por razones de política energética, hace que centrales térmicas como la de Andorra (Teruel) sean responsables de altísimos niveles de contaminación en forma de lluvia ácida.
En la tienda. El motor económico que mueve el planeta es el consumo de las familias del primer mundo. Cada vez que sacamos el monedero estamos dando una vuelta al eje que mueve la economía mundial. Por tanto, todo lo relacionado con el consumo es de vital importancia e incide directamente en el deterioro ambiental. Debemos consumir responsablemente, tanto en cantidad, calidad y origen. Lo único que puede cambiar la explotación de los niños del tercer mundo, o la tala indiscriminada de bosques tropicales es que nosotros dejemos de consumir productos de esas características. Las experiencias en las que consumidores de un país se han unido para realizar determinado tipo de boicots han demostrado ser de una tremenda efectividad.
En el jardín
Ambiente y biodiversidad. Podemos ayudar enormemente al mantenimiento de la biodiversidad si permitimos que nuestro jardín sea un entorno vivo y no el catálogo de una empresa de paisajismo. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, además de tener el seto cortado y una praderita pequeña y cuidada, también pensemos en la multitud de animalillos que necesitan nuestro jardín para vivir. Dejar una zona más salvaje, en la que no usemos productos fitosanitarios, donde no pasemos la desbrozadora hasta bien entrado el verano, manteniendo incluso una pequeña charca, es algo que va permitir a muchas especies necesarias y beneficiosas reproducirse, esconderse y alimentarse. Y para nosotros será una satisfacción descubrir la cantidad y variedad de seres que habitamos en tan pequeña parcela de terreno. Es un gran contrasentido que el hombre, el ser más inteligente de la creación, el que más conocimientos atesora, sea el más temeroso de cuanto le rodea. ¿Alguien ha visto a su gato o perro huir horrorizado ante una araña peluda, desmayarse ante un ratón o mirar con repugnancia a un sapo? Los animales saben perfectamente lo que representa un peligro y lo que no, y ni anfibios, insectos (en su inmensa mayoría), roedores… son un problema para nosotros. Lo hemos dicho en estas páginas varias veces: en nuestras latitudes, solamente escorpiones, escolopendras, mosquitos chupadores de sangre, avispas, víboras y perros asilvestrados o peligrosos pueden suponer una incomodidad real o peligro cierto. El resto de animales, incluidas arañas, sapos, lagartos, típulas (mosquitos grandes y patudos), murciélagos, y los miles de insectos de aspecto horripilante son inofensivos. No importa lo que hayan oído. Y el que no se fíe que pregunte a un verdadero experto.
Piscina. La piscina conlleva un gasto de agua considerable, de energía eléctrica para depurar sus aguas y de productos agresivos para mantenerla aséptica. Para empezar, nunca se debe vaciar, excepto para repararla. El agua se puede mantener en perfecto estado todo el año mediante una lona que la tape y productos específicos. Además, en el caso de las piscinas de obra, la falta de agua desequilibra los esfuerzos que soporta su estructura y puede derivar con el tiempo en grietas y fisuras.
La depuración es necesaria, pero se reduce si tapamos la piscina mientras no se usa y nos damos una ducha antes del baño.
Los productos para mantener el agua en buenas condiciones higiénicas son derivados del cloro, el bromo o el ozono. Si se siguen las pautas marcadas por el fabricante, estos productos se usan en cantidades moderadas.
Tareas en el jardín. Es muy beneficioso adaptar los trabajos de jardín a los ciclos vitales de las especies. Por ejemplo, la poda de los setos. Mucha gente no sabe que los setos son utilizados por muchas especies de pájaros para anidar y criar sus polluelos. Esto sucede entre febrero y junio, por lo que no deberíamos podar el seto en estos meses. Tampoco debemos mantener una limpieza escrupulosa del jardín en los meses en que más escasea la comida (verano e invierno), ya que muchas de las cosas que cortamos y tiramos son un buen alimento para aves, roedores (no piense en ratones invadiendo su casa), insectos… Si ha comprobado que sus plantas son pasto de los pulgones y otras plagas todos los años, aplique tratamientos preventivos en enero, febrero o marzo. Son más eficaces porque evitan la proliferación de insectos y causan menos daño a los muchísimos insectos beneficiosos que hay.
Es frecuente que cuando se hacen trabajos de jardín (cavar, limpiar…) aparezcan animales que se han visto sorprendidos. No los mate por sistema. Las culebras (inofensivas) se distinguen de las víboras porque su pupila es redonda y la de éstas como en los gatos. Los anfibios y reptiles son todos beneficiosos y están protegidos por la ley.
Buena parte de los restos vegetales y de cocina que desechamos, pueden convertirse en el mejor abono para nuestro jardín mediante un procedimiento muy sencillo y fácil de realizar. Es lo que se llama fabricar compost, y vamos a explicar cómo se hace.
Este proceso se produce de manera natural en los bosques, en donde prácticamente el 100% de los nutrientes que alimentan a los árboles, provienen de la descomposición de sus propias hojas, ramas secas, frutos, etc.
Si tenemos mucho seto, y árboles y arbustos, puede ser muy rentable y cómodo, adquirir una biotrituradora. Una eléctrica será suficiente. Pero no compre una demasiado pequeña, porque son casi de juguete. La que van a manejar Delia y Carlitos, es de la marca Viking, y es muy buena, capaz de triturar como si nada troncos de hasta 3 cm. de diámetro. Modelos menores también valen.
Y lo más importante de todo, material vegetal procedente de podas, corte de césped… y algunos desechos domésticos (luego veremos cuáles). Para obtener los restos de jardín, lo habitual es disponer de cortasetos, tijeras de podar, cortacésped… y en ocasiones desbrozadora.
Un buen compost se logra mezclando restos de muchas procedencias. Sólo césped o sólo arizónica, no dan buena calidad y el resultado es un compost desequilibrado. En el caso del césped, incluso es peligroso usarlo como material exclusivo, sin alternar con otros, porque produce mucho calor y puede llegar a inflamarse el depósito espontáneamente. Lo ideal es alternar capas de 3 o 4 cm de césped, restos de poda triturados y restos de cocina. Si tenemos a mano, es bueno colocar de cuando en cuando una capa de 1 cm de arena. Si usamos mucha cantidad de hojarasca, conviene añadir un poco de cal, para compensar el exceso de ácido tánico que libera en su descomposición.
Los restos domésticos que podemos —y debemos— usar son el cartón sin imprimir, los posos de café y té, verduras, mondas de patata, cáscaras de huevo… No se pueden utilizar restos ricos en proteínas (carnes, pescados, legumbres) ni cenizas ni aceites. Solo los indicados.
Feucha, un poco asquerosita, húmeda y escurridiza, la humilde lombriz es uno de los animalillos menos agraciados. Pero su trabajo en la naturaleza es uno de los más eficaces y también menos reconocidos. La vida de la lombriz transcurre casi en su totalidad bajo tierra, comiendo y defecando, sin más aliciente que algún encuentro fortuito con el Sr. Topo y siempre con el temor de ser sacada a la superficie por la azada inquieta del jardinero.
Es el mayor de los lagartos que habitan Europa —lo que equivale a decir el mayor lagarto terrestre— y en Colmenarejo es frecuente, aunque se ha apreciado un considerable descenso en los últimos años. Un macho adulto, de unos 7 u 8 años puede medir casi un metro de longitud, aunque lo normal es que no sobrepase los 60 cm. Este hermosísimo animal (al que las comodidades y la comida fácil del cautiverio le sientan a las mil maravillas, pues alargan su vida hasta los 10 años) no suele vivir más de 5 ó 6 años, una vida muy corta si tenemos en cuenta, además, que de octubre a marzo duerme, lo que reduce su vida real a poco más de dos años y medio. En este escaso tiempo, la cría de un mamífero longevo aprende algunas cosas, pero nuestro lagarto nace sabiéndolo todo. No en vano es uno de los últimos descendientes de una estirpe gloriosa que dominó el mundo durante tantísimos años, que todo lo vivido por la Humanidad desde los albores del Antiguo Egipto hasta la actualidad podría repetirse más de 30.000 veces y ellos aún seguirían ahí. Nos estamos refiriendo, como no, a los reptiles.
Es el primo amable del ciempiés. Imaginemos por un momento que medimos 5 cm y nos encontramos en algún rincón de nuestro jardín, cerca de una roca o un murete de piedra. De pronto, nos llega un rumor lejano, como un repiqueteo que poco a poco aumenta hasta convertirse en un estruendo continuo, un golpeteo de cientos de patas… Seguramente, si fuéramos tan pequeños, correríamos a buscar refugio imaginando al temible ejército que se abría paso entre el césped. Pero nuestra sorpresa sería mayúscula cuando viésemos aparecer a un único individuo, largo, negro y brillante que pasaría tranquila y acompasadamente a nuestro lado. Es un milpiés, un representante de los miriápodos totalmente inofensivo.
Si hemos de hacer caso a nuestras abuelas, todos somos oriundos de París, de donde llegamos en vuelo regular a bordo de una cigüeña. En aquellos tiempos, este tipo de vuelos solían adelantarse (algo impensable hoy en día) y pillaban a papá y mamá en total y completo “deshabillé”. No sabemos si ha sido por su condición de “paquete bebé-express” o si dicha condición se debe a otro motivo, el hecho es que la cigüeña goza desde tiempo inmemorial del favor del pueblo. Es, casi, el animal sagrado de la civilización judeo-cristiana. A nadie se le ocurre hacer daño a una cigüeña (a casi nadie, que hay bestias para todo). Ni siguiera el más desaprensivo de los cazadores osa poner a semejante ave en su punto de mira: Por mal que se le haya dado la jornada de caza, ni se le pasa por la imaginación. ¿De dónde viene este carácter sagrado de un animal, en el país donde nada es sagrado?
De animal útil se pasó con cierta facilidad a animal respetado, y de ahí a animal sagrado o legendario. La utilidad de la “cigu” perduró lo que perduraron las cosechas y las plagas. Pero, ¡ay!, todo termina, y a principios de siglo llegaron los pesticidas y los abonos, y la tierra redobló su producción de manera artificial y vertiginosa. Qué importaba que la cigüeña comiera saltamontes; esa labor ejecutoria la realizaba con mucha mayor eficacia el insecticida de turno. ¿Que unos ratoncillos han echado a perder una panocha? Es un daño irrelevante frente a las dos cosechas de maíz que tendremos este año gracias al fertilizante.
No conocemos su relación con las arañas (aunque no sería difícil de adivinar en la mayoría de casos) y no pretendemos que nazca entre ustedes una relación entrañable (que podría nacer). Nos conformamos con que lea este artículo y albergamos la esperanza de que, al menos uno de nuestros lectores, trate con más mimo a la próxima araña que se cruce en su camino. Para lograrlo vamos a contar la verdadera historia de las arañas.
Sabemos que no lo vamos a convencer fácilmente, porque seguro que conoce alguien al que una vez picó una araña y estuvo varios días… Cada vez que advertimos un buen picotazo, con hinchazón y dolor, se lo atribuimos a una araña. Lo cierto es que avispas y abejas no son los únicos insectos capaces de producir picaduras serias; Theobaldia annulata, un mosquito bastante frecuente, tiene una picadura muy dolorosa. La diferencia entre las arañas y estos insectos de los que hablamos, es que estas especies sí utilizan su picadura como defensa o bien —como en algunos casos— porque estamos incluidos en su dieta habitual.
Domingo, 12 de la mañana, hora de Greenwich. Urbanización Las Quirogas, (Colmenarejo). La familia Benítez está en el jardín. La madre, subida a una silla, está cortando algunas rosas para adornar el salón. El padre, recostado en una tumbona, lee el Marca mientras se bebe una cerveza. El niño, sentado en su orinal con forma de pato, se entretiene despachurrando cuantas hormigas pasan frente a él. El silencio es total, apenas interrumpido por el suave zumbido de algún insecto.De repente, Manolito deja de hacer fuerza, olvida a las hormigas y gira la cabeza. También su padre ha percibido algo y levanta la vista del periódico. Un ligero temblor sacude la columna vertebral de la madre y la piel de sus hombros se torna de gallina clueca.
Desde tiempos remotos, los reptiles han sido considerados animales perjudiciales, que traían mala suerte o simplemente desagradables a la vista. Este enorme error nace, entre otras causas, del desconocimiento de este grupo animal, que muy lejos de ser dañino es por el contrario beneficioso para el hombre. Hace doscientos ochenta millones de años aparecieron, evolucionando a partir de los anfibios, este grupo de vertebrados que no dependen del agua, no poseen mecanismos eficaces para regular su temperatura corporal, y ponen huevos con cáscara más o menos dura, donde el embrión está protegido además por capas protectoras aislantes.